Se escucha una voz que anuncia el final de la clase y todos de disponen a salir presurosos, después del día agotador. Hacen lo mismo que los demás, secretamente observando con deleite los movimientos propios de cada cuerpo. La clase queda desierta.
Caminan, sin notarlo, por el mismo lugar de siempre, un atajo conocido sólo por quienes frecuentan el lugar. Al pasar por detrás de una de las columnas, esas inmensas columnas corintias, ella se le aproxima y le toma la mano por primera vez. El cuerpo de la mano se sobresalta. Los ojos de la mano la miran con una expresión indescriptible en ellos. Ella atrae la mano hacia sí, al cuerpo de la mano hacia sí, a los ojos abiertos hacia sí, en ése, el lugar escondido, y observa.
La mano libre del cuerpo roza la mejilla de ella, aparta un mechón de cabello de su frente y la acaricia, observando con los ojos abiertísimos toda la cara de ella. Si pudiera leerle los pensamientos, sabría que, luego de la primera sorpresa, se instala el sosiego en su alma. Se instala el sosiego en ella. Y ella y ella se fusionan en un beso-lengua-busca-lengua-te-encuentro-juego-con-vos-te-mordizqueo-apenas-me-da-cosquillas-pero-te-gusta-me-encanta-dónde-te-fuiste-pero-si-acá-estoy-no-me-ves-ah-siiiii-ahiiiiiii.....
Ahí. Las dos.
2008 © JL - Alma en su Laberinto
~ Mi Alma, Rev/belada!